Islandia (oeste)


DURACIÓN: 4, 5, 6 DE AGOSTO


ARNASTAPI
ARNASTAPI / OESTE DE ISLANDIA (WESTERN ICELAND)

Llamadme paranoica, pero si en Sintra pensaba que todos sus habitantes eran vampiros, en Islandia me da a mí que son extraterrestres, y es que si tenemos en cuenta que todos los islandeses (sí, así, generalizando) tienen los ojos esos de los aliens que sacan en Cuarto Milenio y que el lugar en el que viven parece sacado de otro planeta, no cabe duda. Aunque, claro, lo mismo cuando me vaya de aquí los ojos se me ponen igual, porque esto de que no anochezca me tiene descontrolada. Parece que en lugar de 24 horas el día tiene 48. Cuando llegamos por la «noche» a los casoplones de nuestros Airbnb (sabemos que lo que para nosotros son casoplones, para los extraterrestres son chabolas), tenemos la sensación de estar volviendo de fiesta, porque en lugar de ponerse el sol parece que este rebota sobre el mar, entonces es cuando comienza a amanecer de nuevo. Una paranoia.

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Siguiendo con los islandeses («dejarme» hablar y ya acabo), añadiré que cuando se dirigen a nosotros es como si hablaran en español, porque la entonación de sus «hablares» es como la nuestra o no sé, es que en este país es todo confusión: Ayer, por ejemplo, que fuimos a una panadería (viva la aventura!) en la que por 5 botellitas de agua, 3 barras de pan y 2 cafés nos soplaron 48 leuros y no sé cuántas miles de coronas, una lugareña se dirigió a mí y en un primer momento, por como hablaba, me dio la impresión de que era de Jerez, luego ya, me di cuenta de que estaríamos en la región en la que los islandeses hablan islandés con acento jerezano, porque no pillé nada de lo que me dijo.
En general, tienen mucho sentido del humor, aunque a veces con sus bromas nuestro corazón latino (de sangre caliente pegado a tu piel) casi peta. El otro día en el aeropuerto, la chica del mostrador de facturación se ofreció a imprimirnos nuestras tarjetas de embarque y cuando nos las entregó nos dijo que eran cincuenta pavos cada una, nos quedamos blancos. Entonces con ese semblante, que permaneció impasible y serio en todo momento, nos dijo que era broma, pero ya habíamos perdido cinco años de vida.
Parece que critico a los islandeses, pero no, aquí los incívicos somos nosotros. Ayer casi le da un patatús a la chica de un museo de Borgarnes cuando entramos solo para usar el baño. Además cogimos un mapita de esos de sírvete tú mismo que hay en los mostradores de los museos y los ojos le hacían chiribitas. Creo que si hubiésemos

borgarnes
Borgarnes / Oeste de Islandia (Western Iceland)

pasado cinco minutos más allí, habría pulsado el botón ese que tienen los cajeros de los bancos cuando aparece un atracador dando por saco. La verdad es que no entendíamos mucho por qué se puso tan nerviosa, hasta que llegamos a unos acantilados y vimos en un chiringuito que para usar el baño, si no eras cliente, tenías que endiñar 200 coronas.
Sobre Islandia nos habían dicho que además de ser súper cara, que lo es (pero muy, muy, muy, muy cara), también andaba algo limitadita de tiendas (y de población), así que nos aconsejaron que trajésemos comida a tope y eso hemos hecho, (ah, ah, inciso, también me habían dicho que en este país no había cabida para la fealdad, y ya os digo yo que la persona que me lo comentó debe de tener el listón muy bajo, ahora entiendo la cantidad de grutas de trols que hay). Volviendo a la comida y al Paco Martinez Soria

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Empezando a comernos el «cerdo» en Borgarnes

que nos hemos marcado por los aeropuertos, os informo de que el problema no es llevar jamón o lomo, el problema está en las latas de mejillones; de hecho, me hicieron el control de explosivos cuando me abrieron la maleta y me pillaron latas de conservas. Como vi tan apurado al policía por miedo a que mi equipaje explotara de un modo inminente, no me quedó más remedio que cantarle el contenido de las latas cual pescadero del mercao de Huelín («Ahí llevo er mehillón en escabeshe, er atún en aceite de girasó, las sardinillah picantonah y la gula del norte, mu rica con una guindilla…») La cosa no mejoró mucho más para los que venían detrás de mí, pues el segurata del control no daba crédito a la cantidad de jamón que llevábamos y nos preguntó que a qué país (subdesarrollado) íbamos a viajar, así que cuando le dijimos que a Islandia, entendió que los subdesarrollados éramos nosotros.
De los paisajes no voy a decir mucho, ya que todos los días pongo mil fotos y comprobaréis que todo, pero absolutamente todo en este país, es espectacular. No he visto nada igual en mi vida, menos mal que hay pocas moscas, porque no cierro la

kirkjufellfoss
Kirkjufellfoss / Oeste de Islandia (Wester Iceland)

boca desde que he llegado y si me las tragase estaría tan llena que no podría comer jamón y se pondría malo.
Hoy le intentaré hacer alguna foto a los innumerables caballos que hay por aquí, a los que todas las mañanas me imagino que alguien les hace las planchas en las crines, porque vaya pelazo. Con las ovabras, que son cabras a las que les hacen la permanente y parecen ovejas, no quiero hacerme ninguna, porque ayer se nos cruzó una en la carretera y casi saltamos en las noticias nacionales por atropello.
A ver qué nos depara hoy el día.


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