Islandia (norte)


DURACIÓN: 6, 7, 8 de agosto


Hvitserkur
HVÍTSERKUR / NORTE DE ISLANDIA (NORTHERN ICELAND)

 

No he podido escribir hasta hoy, porque el lunes nos pasó algo que nos dejó k.o. hasta ayer, pero antes de llegar a ese momento os pondré en antecedente: El primer día en este país empezamos a notar cierto hedor proveniente del agua cada vez que abríamos los grifos; el olor era algo así como el que desprende un huevo pocho o una rica flatulencia después de una buena fabada.
La cosa es que ante tal pestilencia, nos cagamos de miedo y los primeros días (que os recuerdo que aquí cada uno tiene 48 horas) nos volvíamos locos comprando botellas de agua que, por otra parte, costaban un pastizal -no os hacéis una idea de cuanto- pero mejor eso a morir en este país por intoxicación. Luego, Almu, Carlos y Elena que son los que se han currado las rutas y están todo el rato repasando guías mientras Ana y yo nos distraemos con las moscas, leyeron que el agua islandesa de grifo es de muy buena calidad y que a los extraterrestres les llama mucho la atención ver a los turistas comprar botellas y botellas; que la peste se debía al azufre del agua caliente, ya que aquí no existen los termos para calentarla, sino que el agua sale calentita por el grifo por naturaleza (lo siento, no

Hverfjall
Cráter de Hverfjall / Norte de Islandia (Northern Iceland)

puedo explicar mejor algo que no entiendo).
Con las cosas ya claras y acostumbrándonos a ducharnos en una nube de putrefacción, el lunes comenzamos la ruta: anduvimos por encima de un cráter, paseamos por el lago Mytvah (el campamento de los salvajes en Juego de Tronos), me comí mi primera sopa islandesa y después de todo eso comenzó la movida.
Sabéis lo seguidora que soy de Juego de Tronos, así que cuando llegamos a la cueva de

Grjotagja
Cueva de Jon Snow e Ygritte, Grjotagja / Norte de Islandia (Northern Iceland)

agua calentita (y de olor vomitivo) en el que Ygritte desvirgó a Jon Snow, la emoción me hizo hiperventilar y respirar más azufre de la cuenta. Más tarde, paramos en el pantano del hedor eterno que era un blue lagoon (lago azul) no apto para el baño y que emanaba un vaporcillo caliente y apestoso que tumbaba a cualquiera y, claro, para mantener las redes sociales vivas (bueno, eso yo), nos hicimos mil fotos y pasamos un buen rato allí rodeados de aquella atmósfera asquerosa e inhalando los vapores.
La cosa no terminó ahí, para rematar las ganas de potar, después del pantano del hedor eterno, llegamos a una especie de paisaje (espectacular) marciano en el que había un montón de socavones echando humo y en algunos de ellos se podía ver como borboteaba una lava (?) gris que, para variar, echaba mucha peste, pero mucha más que todo lo que ya habíamos visto. Y, nada, en este lugar fue cuando se nos empezó a ir la olla. La primera en

Hverir
Apestados en Heverir / Norte de Islandia (Northern Iceland)

caer fue Elena que iba saltando por allí como un marcianito y, de repente, nos llamó para que le hiciéramos una foto. Ana y yo nos pusimos blancas en cuanto vimos dónde estaba y es que, imaginamos que por todo lo que ya llevábamos inhalado, se debió de despistar y saltó una de las cuerdas de seguridad que te salvaban de una muerte segura por abrasamiento o intoxicación, y estaba justo al lado de uno de los boquetes de lava. Claro, al ver nuestras caras de descomposición y la del resto de turistas que no daban crédito a que una persona se hubiese jugado la vida situándose a pocos metros de un pozo de lava, Elena empezó a corretear gritando como una loca hasta que dio con la salida.
Después del susto, fuimos a relajarnos a un blue lagoon, que son unas pozas azul caribe de agua calentita y que, (adivinad!) huelen a peo. Nosotros a esas alturas ya estábamos acostumbrados a esos olores; vaya, después de haber estado en Marte, aquello nos olía a Nenuco. En ese sitio de nombre impronunciable había dos pozas, una más calentita que otra, divididas por un murito (este detalle es importante) y luego un pilón a 40 grados como el que tienen los pueblos para que beba el ganado, así que teniendo en cuenta que fuera hacía un frío tremendo, el bañito se agradecía, es más, nosotros lo agradecimos tanto que nos quedamos allí metidos hasta las 11.30 de la noche.
Los vigilantes jurado que había rondando por allí también ejercían de socorristas y, lo mejor, de CAMAREROS! Con la cerveza servida en pilón y aquellos gases que aunque ya no los apreciábamos, nos acompañaron en todo momento, empezamos a colocarnos y de qué manera: Para empezar, Elena y Ana comenzaron a desarrollar su creatividad llevando en equilibrio sobre la cabeza una botella de coca cola y un vaso de birra respectivamente. Por otra parte, Almu se marcó un Michael Phelps cuando decidió que para ella no había muros que dividiesen las dos pozas y pegó un guarrapazo de una a otra cuando pasó por encima de la pared que las dividía que casi se mata. Carlos con tanto cambio de temperatura o por el hedor estuvo a punto de echar la pota dentro del agua y yo decidí ponerme dos vasos

Myvatn natural baths
Myvatn Natural Baths / Norte de Islandia (Northern Iceland)

vacíos en mis pies a los que apodé «mis zapatos».
La cosa es que todo esto nos parecía de lo más normal; en nuestra tarde-noche solo había cabida para ataques de risa descontrolados.
Después de tantas horas dando vueltas dentro del agua, encontré un poyete en una de las rocas que conformaban la silueta de la charca y viendo que Ana estaba agotada y empaná, pero muy empaná a lo lejos, le dije que viniera a hacerme compañía, así que se incorporó y cuando lo hizo se marcó un Sabrina en mitad de la poza mientras caminaba lentamente hacia mí con el vaso en la cabeza. A nuestros amigos indios les hacían los ojos chiribitas al ver a aquella morenaza con las perolas fuera. Una pena que mi gopro petara allí dentro y no pudiera documentar aquel momentazo.
Como cada minuto nos daba un ataque de risa, la gente de nuestro alrededor empezó a desmarcarse de nuestro territorio. No comprendíamos cómo a los turistas y lugareños no les afectaba aquella atmósfera, hasta que vimos que algunos de ellos llevaban una especie de pastillas del lavavajillas pegadas por el cuerpo y supusimos que aquello era lo que hacía que ninguno se colocara a nuestro nivel.
Las únicas personas que no se alejaban de nuestro lado eran unos chicos que no se fueron

Akureyri
Akureyri / Norte de Islandia (Northern Iceland)

de allí a pesar de nuestro descontrol. Resultó que eran de Badajoz y nos dijeron que ellos también se habían colocado en la poza el día anterior y que les había gustado tanto, que habían repetido también ese día. La exaltación de la amistad provocada por los vapores y la oferta de comerte un buen chorizo en estas tierras de arenques hizo que los pacenses se presentaran a cenar en la casa de Psicosis de Akureyri en la que nos alojábamos a la una de la mañana. Debimos de ser muy malos anfitriones, porque después de la cena Ana y yo casi nos quedamos dormidas en la mesa y durante la misma éramos incapaces de articular palabra. Menos mal que Elena habló por todos.

 

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